Para hacer frente a este tipo de amenazas, reducir los riesgos de exposición requiere adoptar algunos reflejos esenciales.
Aunque se hable mucho de proyectos nuevos que integran la seguridad desde la fase de diseño, la realidad suele ser más matizada.
De hecho, la mayoría de los sistemas de información todavía incorporan componentes antiguos, a veces críticos, que no fueron concebidos siguiendo los principios de Secure by Design. Y no es de extrañar: no siempre resulta realista ni económicamente viable reconstruir por completo estos entornos a corto plazo. Por eso, Secure by Design no debe considerarse únicamente como un imperativo reservado a los proyectos nuevos, sino también como una filosofía aplicable a largo plazo.
Si su implementación es nativa en los nuevos sistemas, sus principios también pueden guiar procesos de mejora continua en los sistemas existentes, a través de medidas correctivas y controles compensatorios. Estas acciones permiten reforzar la seguridad de las infraestructuras en funcionamiento, al tiempo que se avanza progresivamente hacia el cumplimiento normativo.
En esta lógica se inscribe un enfoque coherente de Secure by Design: combina principios fundamentales, herramientas prácticas y una adaptación al contexto real de cada organización.