Tenía muchas ganas de compartir este «rumor» propagado desde hace unos días por Bloomberg (https://www.bloomberg.com/news/articles/2022-03-24/apple-is-working-on-a-hardware-subscription-service-for-iphones): Apple podría estar preparando un servicio de alquiler mensual de sus dispositivos (smartphones y ordenadores) en sustitución de la venta «clásica» de material.

 

Y me diréis ¿qué tiene esto que ver? El impacto medioambiental…

 

Empecemos por la reparación: antes, los clientes tenían que ir a un centro de reparación certificado para mantener sus garantías. Sin embargo, la obtención de la certificación era extremadamente restrictiva (la autentificación de las reparaciones debía hacerse a través del software de Apple, que no está accesible al público, el compromiso de los reparadores de comprar las piezas solo a la multinacional, etc.). Todo ello tiene su lógica viniendo de una empresa que se ha opuesto a la ley 2021 de la FTC durante décadas. Ahora será más barato prolongar la vida útil de sus equipos… Hay mucho en juego: Hay que recordar que, según un estudio de Ecosystème, cada francés posee entre 5 y 11 productos electrónicos que no utiliza (lo que sitúa a Francia en el octavo puesto de los países que más residuos electrónicos producen por habitante, con 21,3 kilos por habitante y año).

Continuemos con la noticia del momento: el alquiler. A primera vista, no se trata de un «gran avance»: tanto si el teléfono se alquila como si se vende, habrá sido fabricado previamente y no sin consecuencias para el medio ambiente (consumo de una gran cantidad de agua, extracción de materiales raros, energía utilizada para todo el proceso, etc.).

Y, sin embargo, quiero verlo como el primer paso de una transformación por la que todas las empresas tendrán que pasar a corto o medio plazo (y en particular los sectores manufactureros). Desde hace varios meses reflexionamos con mis compañeros del grupo de «frugalidad digital» de la Convención de Empresas por el Clima (y de un modo más general con todos los participantes en esta iniciativa, es decir, 300 líderes) sobre la necesidad de reorientar las actividades empresariales para que tengan en cuenta los límites planetarios (lo que significa maximizar sus externalidades positivas y reducir las negativas). Y cuanto más estudiamos el tema, cuanto más trabajamos en nuestras hojas de ruta (con expertos en la materia como Christophe Sempels) así como en nuestras preguntas «regenerativas», más evidente resulta:

Los modelos de «volúmenes» deben dar paso a modelos «regenerativos». Esto no puede lograrse si hay una ruptura en la cadena de «responsabilidad» durante la vida del producto.

Me explico: En la actualidad Apple produce un teléfono. Un particular lo compra. Dentro de unos años, este smartphone acabará en un cajón sin ser reciclado (el colectivo Green IT estima que más de 100 millones de smartphones duermen en los cajones de los franceses).

¿Cuál es el interés de Apple? Vender rápidamente uno nuevo => su beneficio depende de ello. Es lo que se denomina un modelo de negocio basado en volúmenes de ventas. Por tanto, no es de extrañar que el producto se rompa, se agote (obsolescencia programada o no) o se quede anticuado en cuanto aparece un nuevo producto, etc.

Ahora imaginemos que Apple sigue siendo propietaria del producto. Encontraremos al emisor = el fabricante del producto al final de su vida útil porque el smartphone le será devuelto. Su interés pasa a ser exactamente el contrario de lo que era en un modelo de volumen: cuanto más dura el producto, menos reparaciones requiere. Cuanto más tiempo se utilice sin sustituirlo (como parte de su contrato de alquiler, por ejemplo), más rentable será para Apple. En estas condiciones, tenemos la oportunidad de ver la aparición de comportamientos virtuosos a lo largo de la vida del producto: un diseño que favorece la durabilidad y la reciclabilidad, un software optimizado para funcionar en plataformas de hardware «antiguas», etc. Cabe esperar que, a largo plazo, los beneficios relacionados con la sostenibilidad del producto no se vean anulados por el aumento del número de productos que Apple podría generar a través de sus alquileres (los clientes pueden permitirse una suscripción mensual cuando no habrían podido comprar un iPhone por más de 1000 euros).

Si vamos un poco más lejos: Este tipo de transformación podría reducir (o incluso disociar) la ansiedad ligada a la ecuación de Kaya (crecimiento del PIB => crecimiento de las emisiones de CO2).

Porque el reciclaje/reutilización, que reduce la producción en favor de ofertas de abono y servicios eficientes desde el punto de vista de los recursos, podría representar un progreso, un crecimiento del valor y una reducción masiva de las externalidades negativas.

¿Y si todos dejamos la propiedad de los equipos a sus fabricantes?

Bertrand BAILLY